Descripción
La literatura permite que desde una mesa de café, se pueda viajar en el tiempo, con un jubón prímula o con un saco sastre marrón otoño con las mangas sin devanar. Aprueba que se pueda viajar por ciudades donde Hopper dibuja soledades en las esquinas, Doisneau fotografía besos en las veredas, y Borges, como buen urbanista, diseña planos de humillaciones y fracasos.
La falta y otros cuentos buscan ser parte de ese viaje.