Descripción
Para sus contemporáneos de la Venecia de finales del siglo XVI, El Greco (1541-1614) era un hombre a contracorriente, un artista innato dotado de un talento extraordinario empecinado en seguir su propio camino. A lo largo de toda su carrera, a medida que se trasladaba de Creta a Venecia, y de ahí a Roma, y en última instancia a Toledo, el Griego se mantuvo alejado de las corrientes dominantes, fusionando diferentes tradiciones del arte occidental para crear un lenguaje pictórico único.